Los amortiguadores. Gasometría básica 2

Lectura previa recomendada: Gasometría básica 1

En la entrada anterior aprendimos que la cantidad de iones hidrógeno en nuestro cuerpo es muy baja si se compara con la presencia de otros iones, como el sodio o el calcio. Sin embargo, por las devastadoras repercusiones de sus cambios, nuestro organismo tiene un control muy preciso de su concentración. De igual modo, para comprender mejor el comportamiento de dichos iones, fue diseñada la fórmula del pH, que consiste en aplicar logaritmo negativo a la concentración de iones hidrógeno (en equivalentes por litro), con lo que se obtiene un valor fisiológico de 7,35 a 7,45.

La homeostasis del hidrógeno

     Para mantener constantes los 0,00004 mEq/L de iones hidrógeno, nuestro cuerpo utiliza tres mecanismos básicos: Los amortiguadores, cuya respuesta suele evidenciarse en cuestión de segundos. El sistema respiratorio, capaz de nivelar los iones hidrógeno tras unas horas. Por último, los riñones, con una respuesta más retardada, pero muy efectiva, capaz de corregir cambios tras uno o varios días. En esta entrada nos enfocaremos en el primero y más veloz de los tres mecanismos

Amortiguadores

     Si le echamos un ojo a las cuatro llantas del coche más cercano, distinguiremos sobre ellas resortes, cuyo propósito es disminuir la intensidad de la caída cuando tropezamos con un bache; a estas estructuras se les llama amortiguadores. De igual modo, hay compuestos químicos circulantes en nuestra sangre que “amortiguan” los cambios en la concentración de iones hidrógeno. Por su función, estos compuestos también son conocidos como amortiguadores (o buffers). Se trata de sustancias capaces de donar iones hidrógeno cuando escasean o de capturarlos cuando su número se excede.


     En química, a las sustancias que pueden desprenderse de iones hidrógeno se les denomina ácidos y a las que son capaces de capturarlos se les llama bases. Un amortiguador es una sustancia capaz de comportarse de ambas formas, dependiendo de lo que haga falta: como ácido cuando escasean los hidrogeniones o como base cuando hay un exceso, evitando así cambios bruscos en su concentración hasta que, por algún mecanismo (como la eliminación renal), se regule su cuantía.
     La hemoglobina es un buen ejemplo de amortiguador. Al igual que otras proteínas circulantes en nuestros vasos sanguíneos, es capaz de comportarse como base (Hb-), capturando los iones hidrógeno circulantes, adquiriendo así su forma ácida (HHb); o, en caso contrario, liberando iones hidrógeno cuando sea necesario, regresando a su forma básica:
H+  +  Hb-  =  HHb
HHb  =  H+  +  Hb-
     Hay muchos otros amortiguadores, cuyas funciones se hacen más evidentes en unas zonas que en otras. Por ejemplo, el fosfato intracelular o el amonio en la luz renal, sin embargo, por su presencia e importancia en el líquido extracelular, el más conocido es el Bicarbonato-Ácido Carbónico. En su forma alcalina de bicarbonato (HCO3-) es capaz de capturar los iones hidrógeno excesivos (en situaciones de acidosis), hasta que se consigan eliminar por otra vía. En caso contrario, cuando hay un déficit de iones hidrógeno (alcalosis), su forma ácida (Ácido Carbónico) es capaz de donar iones hidrógeno hasta que el cuerpo sea capaz de conseguir nuevos.
H+  +  HCO3-  =  H2CO3
H2CO3  =  H+  +  HCO3-

Continúa en: Gasometría básica 3

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