Todo sobre el Coronavirus

El Coronavirus vuelve a arremeter contra la humanidad. La primera vez fue en 2003, con un brote que se desató en Cantón, China, y más tarde se extendió a Hon Kong y Vietnam, afectando a 8000 personas y cobrando la vida de 774, cuando fue declarada al primera pandemia del siglo. Casi 10 años después, en 2012, se desató otro brote, esta vez desde Arabia Saudita y que se extendió por oriente medio, cuando se registraron 124 casos, con unas 52 muertes.

  Es como si las millones de partículas virales conformaran una mente volátil y macabra que que hubiera planeado atacar a la humanidad al menos una vez cada diez años. Ahora, al término de la segunda década del siglo XXI se presenta un nuevo brote, originado en la ciudad china de Wuhan, donde ya se han confirmado más de 500 casos, con 18 víctimas mortales. 

  Como respuesta, el gobierno chino tomó medidas drásticas de contención, cerrando a cal y canto las ciudades de Wuhan, y otras aledañas, sin embargo, esta decisión se tomó ago tarde pues el virus se extendió más allá de China, y apareció un caso al otro extremo del globo, en Estado Unidos.

¿A qué nos enfrentamos?

Se trata de un virus, la forma de vida más pequeña conocida por los humanos, o al menos por aquellos que consideran a los virus formas de vida. Pertenece a la familia de los virus del ARN y a ello se debe su peculiar modo de reproducción. Lo que hacen estos es penetrar en las células por las que tienen afinidad, en el caso del coronoavirus, en las células que cubren la superficie de las vías respiratorias. Una vez dentro, sufren unas modificaciones estructurales con las que se camuflan y se hacen pasar por el ARN mensajero. 

  Si recordamos la clase de biología, cuando la célula va a fabricar proteínas, la instrucciones contenidas en el ADN del núcleo son copiadas por el ARN mensajero, que lleva dichas instrucciones a los ribosomas, donde se usan esas instrucciones para elaborar las proteínas en cuestión. Como el virus “engaña” a las células, haciéndose pasar por el ARN, éstas, en vez de fabricar proteínas con las instrucciones procedentes del núcleo, lo que hacen reproducir el virus, hasta el punto de que la la célula termina descomponiéndose y liberando las nuevas partículas virales al exterior, donde aguardarán a nuevas víctimas para repetir el proceso.

¿En qué consiste la enfermedad?

Las células infectadas por el virus suelen ser detectadas por el complejo sistema de inmunológico de nuestro organismo, liderado por anticuerpos, mediadores inflamatorios y células blancas. Esta respuesta inmunológica y el ataque a la zona infectada, son responsables de la mayoría de los síntomas; como por ejemplo la fiebre, cuyo objetivo es desnaturalizar y con ello erradicar el virus, o la producción de moco, con el que se consigue atrapar partículas que luego son expulsadas al exterior.

  La intensidad de dicha respuesta inmunológica puede variar entre una persona y otra y a ello se deben las diversas formas en las que se puede presentar la enfermedad. Por ejemplo, en el último brote los médicos chinos advirtieron que algunos de los pacientes en los que se confirmó la presencia de la virus, con síntomas como tos o incremento en la producción de moco, no se presentaron fiebre.

  El problema de tratar los virus no es la complejidad que tienen sino lo simples que son. Durante los últimos 100 años hemos aprendido a combatir formas de vida mayores, como bacterias o parásitos, pero con las diminutas partículas virales solo sabemos prevenir y tratar los síntomas, y en el caso del coronavirus, contra el que no se ha desarrollado una vacuna, no nos queda de otra más que seguir las recomendaciones de la OMS, que parecen simples pero pueden representar la diferencia entre la salud y la enfermedad en incluso entre la vida y la muerte.

Dichas recomendaciones consisten en:

• Un juicioso lavado de manos, en especial antes de ingerir alimentos o antes de tocarnos en  alguno de los puntos de contagio, que son la nariz, la boca, los oídos o los ojos. 
• Evitar asistir a zonas en las que ya se ha identificado algún caso, así como los conglomerados de personas, ya que según los datos del primer brote, una persona promedio es capaz de contagiar a 300 más.

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