Fundamentos bioquímicos del amor de mamá

Madre de la especie Homo-sapiens con su cría.
https://face2faceafrica.com/article/tribute-african-mothers-strength-sacrifices-endless-love
En el hostil entorno de la edad de Piedra, una especie de debiluchos animales desarrolló una habilidad que les permitió doblegar al resto y hacerse con la supremacía. Con dicha habilidad aunaron esfuerzos, conformando grupos tan inmensos como nunca se habían visto sobre la faz de la tierra. Hoy en día a esos animales se les conoce como “Homo-sapiens” y su valiosa habilidad es “creer”. 
     Como el lector de este artículo probablemente sea uno de esos Homo-sapiens, se le hará algo extraña la afirmación de que las creencias son la clave del éxito de su especie. Sin embargo, imagine a una sociedad primitiva en la que sus individuos se creyeran hijos del “Omnipotente Sol”, con la certeza de que todo aquello que fuera alcanzado por la luz de su padre-dios les pertenecía por derecho, por lo que se lo arrebataban por la fuerza a cualquier “usurpador”. De los Homo-neandertales, otra especie muy parecida físicamente a los Homo-sapiens, pero aparentemente incapaz de “creer” y, por consiguiente, de formar grandes comunidades, sólo quedaron los huesos. Hoy en día las creencias siguen fundamentando la gran sociedad humana, que ya abarca todo el planeta y que ha trascendido a los dioses; creencias tales como el dinero, la nacionalidad o la superioridad biológica del Homo-sapiens sobre las demás especies. Lo que tienen todas en común es que sólo existen en la imaginación.
     El cuerpo humano es tan complejo como el de las moscas o los cerdos.
     Una de las creencias más extendidas y que fue ostentada incluso por eruditos como René Descartes, es la de afirmar que los sentimientos, como el miedo, el sufrimiento o el aprecio, son exclusivos del Homo-sapiens. Incluso hoy muchos consideran una aberración intentar dar una explicación científica a sus mecanismos. Sin embargo, lo cierto es que todas las emociones tienen fundamentos bioquímicos, hasta el amor, y que dichos procesos también se dan en el perro que aguarda impaciente a la llegada de su amo, como en la vaca que deambula nerviosa en el matadero.


     Hay varias hormonas implicadas en las sensaciones que, en conjunto, conforman aquello a lo que denominamos amor. Por ejemplo, los niveles de dopamina y sus derivados, como la norepinefrina, tienen que ver con la impresión de bienestar y euforia que acompañan a una relación sentimental. No obstante, hay una hormona que, por sus características y funciones, ha sido bautizada como “la hormona del amor”: La Oxitocina, particularmente abundante en las mujeres durante el alumbramiento y que parece ser la clave del fuerte vínculo amoroso con su recién nacido.
     Esta hormona, como muchas otras, se produce en el hipotálamo y se almacena en la neurohipófisis, donde aguarda su liberación. Entre las situaciones que la desencadenan se encuentran el inicio de la labor de parto y el contacto del recién nacido sobre el pezón, siendo esencial para la contracción del útero y la producción de leche, de ahí que sea la droga uteroestimulante más usada en obstetricia durante los últimos 50 años. Otras situaciones que promueven su secreción son el contacto familiar y el sexo, interviniendo incluso en los orgasmos. [1]
     Como se ha enfatizado ya, el vínculo madre-hijo no es exclusivo del Homo-sapiens. Estudios en animales han demostrado que un cese en la liberación de oxitocina provoca abandono y, en algunos casos, que las madres devoren a sus crías. La depresión es una condición que la suprime, un dato que ya tienen claro los ganaderos de todo el mundo. La deplorable vida moderna de las vacas merma su producción de oxitocina y pone en riesgo la economía, es por ello que muchos de sus dueños emplean esta droga para ocasionarles un “bienestar artificial”, estimulando sus ubres y el apego a sus crías. [2]
Madre de la especie Bos-primigenius-taurus (vaca) con su cría
http://www.upsocl.com/verde/el-vinculo-de-una-madre-animal-hacia-su-cria-no-es-distinto-del-que-sentimos-los-humanos/
     En la última década la Oxitocina ha recibido importancia capital en psicología, pues la evidencia apunta a una relación entre bajos niveles de ella y trastornos como el autismo o la esquizofrenia, ya que es esencial para las relaciones interpersonales. [3] [4]
     En pocas palabras, aunque a lo largo de la historia las emociones se han catalogado como procesos etéreos, e incluso divinos, inalcanzables a nuestra comprensión, ya se sabe que tienen detrás hormonas que estimulan las neuronas del Homo-sapiens y otros animales. Incluso algo tan poderoso y bello como “el amor de mamá” tiene fundamentos bioquímicos.

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Referencias:

[1] Nápoles Méndez, D., Couto Núñez, D., & de Oca García, A. M. (2012). Modalidades terapéuticas en la fase latente prolongada del trabajo de parto. Medisan, 16(05).
[2] Concepción, I. P. (2012). Efectos de la oxitocina sobre reproducción y producción de leche en vacas de doble propósito en el trópico. https://www.agromeat.com/89514/efectos-de-la-oxitocina-sobre-reproduccion-y-produccion-de-leche-en-vacas-de-doble-proposito-en-el-tropico
[3] Paredes, O. E. L., & Folgar, M. O. (2012). Oxitocina y su Relación con la Esquizofrenia.
[4] Álvarez, I., & Camacho-Arroyo, I. (2010). Bases genéticas del autismo. Acta Pediátrica de México, 31(1), 22-28.

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