Breve historia de las transfusiones

Desde tiempos remotos hasta hace muy poco, la sangre ha tenido un fuerte significado religioso. Considerándose en muchas culturas como parte inherente del espíritu, como ocurría con los católicos medievales y muchos grupos cristianos de hoy en día. Evidencia de ello es la connotación que le da el libro Judeo/Cristiano del Deuteronomio, donde la sangre y el alma no logran distinguirse.
     Durante el siglo II de nuestra era, Galeno y sus adeptos predicaban la teoría de los cuatro humores, la misma que sentaría la base de la medicina durante toda la edad media, según la cual, el cuerpo humano es recorrido por cuatro sustancias: Sangre, Flema, "Bilis Negra" y "Bilis Amarilla". Según ellos, como ocurría con los cuatro elementos, dichos humores debían coexistir en armonía y, cuando ésta se perdía, surgían las enfermedades. Por ejemplo, un exceso de sangre era causa de enfermedad. De esta manera se justificaban las sangrías, que se le aplicaban a todo tipo de personas, desde los pobres mendigos hasta los magníficos  reyes.
     Estando la medicina medieval en manos de los monjes católicos, la visión de Galeno se entremezcló con ideas cristianas: La sangre no solo era causante de problemas físicos, también emocionales. Un exceso de ira podía calmarse con una buena sangría. Además, como existía la creencia de que la mujer era un ser "impuro", era lógico que cada mes perdiera algo de esa sangre (alma) malvada que recorría su pecaminoso cuerpo.

¿Bebiendo sangre?



Por increíble que parezca, las primeras transfusiones sanguíneas se realizaron por vía oral. Plinio el viejo (año 100 de nuestra era) dice que la gente bebía sangre de los gladiadores para obtener parte de su fuerza. En oriente también hay reportes de soldados que ingerían la sangre de sus enemigos caídos para apoderarse de sus habilidades. Era una costumbre de tribus americanas el beber la sangre de animales "de fortaleza" para ganar parte de ella, práctica de la que aún hoy quedan algunos remanentes, como la ingesta de "morcilla", que consiste en vísceras cocidas, henchidas de sangre, que pueden degustarse en países de Centroamérica y el Caribe.
     La primera transfusión sanguínea por vía intravenosa documentada se realizó en el siglo XVII por el inglés Richard Lower, que pasó sangre de un perro a otro con fines de "apaciguar su ira". No obstante, la primera transfusión en humanos "exitosa" se llevó a cabo a mediados del mismo siglo por el francés Jean-Baptiste Denys, que pasó sangre de un carnero (animal considerado "muy puro" aún hoy en día) a un hombre. Según cuenta la historia, aunque el procedimiento fue exitoso, el paciente murió días después, por lo que enjuiciaron a Denys; sin embargo, el médico salió libre cuando la propia esposa del fallecido admitió haberlo envenenado... Un relato muy extraño...
     Más tarde, durante los siglos XVIII y XIX se continuó experimentando, haciéndose importantes descubrimientos, como la capacidad que tiene la sangre de transportar el Oxígeno y que es esencial para la vida mantener un correcto volumen en los vasos sanguíneos.
     Algunos nombres no pueden pasarse por alto cuando se habla de transfusiones, como el del alemán Otto Funke, que en 1851 describió por primera vez la hemoglobina, y el austriaco Landsteiner, que en 1910, luego de experimentar cruzando doce muestras, descubrió los grupos sanguíneos ABO y, en su vejez, el sistema Rh.

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Referencias bibliográficas

Marrón-Peña, M. (2017). Historia de la transfusión sanguínea. Revista Mexicana de Anestesiología, 40(3), 233-238.
Góngora-Biachi, R. A. La sangre en la historia de la humanidad. Revista Biomédica, 16(4), 281-288.
López Espinosa, J. A. Apuntes para la historia de las transfusiones sanguíneas. Revista Cubana de Medicina General Integral, 13(4), 405-408.
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