El triángulo de evaluación pediátrica

     Mucho se suele insistir en que la observación es una herramienta sin igual en la práctica clínica, sin embargo, la mayoría de las veces tiene una relevancia mucho mayor de la que se le otorga. En una publicación pasada sobre los cambios en el patrón respiratorio aprendimos que un rápido vistazo a un paciente con dificultad respiratoria puede ser suficiente para descubrir la condición desencadenante.
     En la práctica pediátrica, donde los pacientes no se caracterizan precisamente por ser comunicativos, la observación adquiere una relevancia capital, especialmente en  situaciones de emergencia, donde se necesita certeza y velocidad a la hora de tomar decisiones. Fue precisamente para las situaciones de emergencia que se diseñó el triángulo de evaluación pediátrica, un instrumento que, de aplicarse con destreza, constituye una poderosa herramienta.
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     El triángulo de evaluación pediátrica consta de la observación rápida de tres elementos: respiración, color y apariencia; guardando cada uno relación estrecha con un aparato o sistema: la respiración con el aparato respiratorio, el color con el aparato cardiovascular y la apariencia con el sistema nervioso. Atendiendo a lo antes descrito podemos decir que un trastorno exclusivo de la respiración muy probablemente esté asociado a una patología propia del aparato respiratorio (por ejemplo: si el paciente presenta respiraciones rápidas, uso de músculos accesorios, estridor, etc); del mismo modo, un problema exclusivo en la coloración casi siempre augura un trastorno cardiovascular (ejemplo: la cianosis asociada a alguna cardiopatía o la palidez característica de la anemia o la hipovolemia); por último, las alteraciones exclusivas del aspecto (paciente que no se relaciona con el medio, que tenga pérdida del tono muscular, que tenga alguna posición anómala, etc), por lo general se asocia a alteraciones neurológicas.

     Es esencial percatarse de si coexisten más de uno de estos tres elementos alterados, en especial si hay alteración de la apariencia asociada a uno de los otros dos. Si existiera una alteración respiratoria además de una alteración del aspecto, casi siempre se debe a un trastorno respiratorio GRAVE, por otro lado, un trastorno de la coloración, asociada a un trastorno de la apariencia suele deberse a un trastorno cardiovascular GRAVE. En caso de que coexistan las tres condiciones alteradas hablamos de un paciente gravemente enfermo.

Resumen:

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